2011/01/01

2011/01/01 URTE BARRI ON!!

Ayer el trío Lalalá fuimos a pasar la Noche Vieja al Ashram de Osho, que está a unos cinco kilómetros, dirección norte, río arriba. Dos semanas antes nos cruzamos con un monje de ese Ashram que ya conocíamos y nos había contado que iban a organizar un conciertillo por si nos apetecía. Como nos parecío una maravillosa idea la de entrar en el año nuevo en un sitio así, no dudamos en reserbar tres camas en el dormitorio que ofrecen a los que por allí pasan.
Así, a eso de las cinco recogimos nuestros sacos, y con una muda de recambio tiramos millas hacia el lugar. El tercer camión que pasó nos paró y nos dejó en la entrada del OSHO GANGADHAM ASHRAM. Un "campamento" a orillas del Ganges y perdido en el bosque, compuesto por una cocina-comedor, una recepción, un hall de meditación ideal y tres filas de barracones. Mucho espacio, calma y paz.
Pasadas las seis los músicos ya hacían sonar sus instrumentos en el hall de meditación: el sitar (especie de guitarra), la flauta transversal y la tabla. La gente sentada en cogines cerraba los ojos para vivir la música internamente. Tras cerca de hora y media-dos las notas se volvieron más rebeldes y más alegres, y del estado meditativo pasamos al bailoteo sin complejos. ¡Qué alegría! !Qué alboroto! ¡Otro perrito piloto!... ¡Qué bien nos lo pudimos pasar bailando todos con todos y para todos, y derrochando una sonrisa interminable! Niños, señores, viejitas, jóvenes, monjes y viajeros nos divertimos sin acordamos ni del alcohol, ni de la vergüenza, ni de dónde éramos, ni de las diferencias idiomáticas. Lo único que importaba era estar allí y bailar y sonreir y compartir aquel momento.
Para las nueve y media los músicos abandonaron sus instrumentos para dar paso a una locura tecno-boliwoodariana. Eso sí, primero nos dimos todos una vueltita por el comedor para deleitarnos con las recetas indias y depositar energía a nuestros cuerpos. La gente no se amedrentó por el cambio de tercio, más bien todo lo contrario, el ánimo ascendía mientras nos acercábamos poquito a poco al cambio de año. Cuando dieron las doce, el swami (monje) que hacia de pinchadiscos paró la música y nos felicitó a todos con un sonoro "happy new year!". Nos abrazamos todos como si nos conociéramos desde hace mucho y, con ello, nos alargamos las vidas mutuamente. Dos bailongos más tarde se acabó la música y como colofón a la fiesta nos sentamos todos en el suelo para una última meditación. 
Llegamos a nuestro barracón y nos metimos al calor de los sacos y las mantas para dormir como no lo hacíamos desde tiempo atrás. ¡Qué silencio y qué paz por la mañana! Sin bocinazos, sin gente mareando... ¡Fíjate, me he despertado en la misma postura en la que me quedé sopa anoche nada más meter el morro debajo de las mantas. Mmm.
¡Buenos días! A las siete nos volvíamos a juntar en la sala de meditacíon para una meditación dinámica, que ha consistido en taparse los ojos y bailar como al cuerpo le daba la gana, y una relajación posterior.

¡FELIZ AÑO!

"¡Ojalá vivas todos los días de tu vida!" de J. Swift y a través de mi corazón para tí.

Foto de la entrega de títulos de profesores de yoga. Al profe le falta la cabeza... cosas del karma

Los músicos de la fiesta.

Jugando con la gente que se juntó en el Ashram.

¡Qué no falte la diversión!

Brindis con chai para desearos un feliz 2011.





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