2011/01/16

2011/01/15 Pasando frío que es gerundio

Hoy el despertador ha sonado a las 5.12, y los truenos nos han dado los buenos días. La verdad es que  hemos tenido mucha suerte durante los últimos días porque el solecito nos ha acompañado en nuestras excursioncillas. Pero esta noche la Montaña nos ha querido mostrar su lado más salvaje y nos ha dejado oir lo que son los truenos himalayos. En vez de nubes que chocan, parecían transatlánticos haciendo guerra de autos de choque... ¡qué carácter! Y nos han traído agua de lluvia, hielo de granizo y nieve de nieve.
Nos hemos ataviado casi todo lo que tenemos de manga larga, y bajo la super capa de plástico nos hemos cobijado nosotros y nuestras mochilotas. Para las 5.50 estábamos en la estación de bus y un abuelito tibetano nos ha hecho entender como podía que el bus que queríamos  coger iba a salir de la plaza de arriba. La nieve, el frío, la oscuridad, el silencio nocturno, las mochilas y nosotros para aquí y para allí.
La tartana ha llegado a y diez pasadillas. Nos hemos sentado delante de otro señor tibetano, Piki para los amigos, y en seguida nos ha convencido de que alteráramos nuestro plan de viaje. Teníamos pensado subir hacia Manali, pero al parecer está nevando salvajemente y hace mucho mucho frío. Bastante peor que en Dharamsala... Nos ha comentado que él se iba a quedar en Mandi, y ya que era otro de nuestros puntos a visitar nos hemos unido a su plan. También nos ha dicho que teníamos que ver Tsopema, otro lugar sagrado para los budistas tibetanos y que, seguramente, nos iba a gustar mucho el sitio. Con esas palabras y una sonrisa encantadora de tipo “Jackie Chan” o "Maestro Millagi" nos ha invitado a que le siguiéramos hasta allí; y hemos aceptado gustosamente.
¡Madre mía, vaya viajecito! (otro). Hasta Mandi hemos tardado seis horacas y media. No hace falta que os describa el camino: tortuoso, como el anterior. No hemos contado la de frenazos de último segundo que ha dado el chofer; mejor cerrar los ojos y hacerse la dormida o concentrarse en el maldito frío que no se despegaba ni por asomo. Cuando bajábamos del autocar otro minibús nos esperaba para transportarnos a Tsopema, que como hemos sabido después en hindi se llama Rewasal. Con las prisas ni hemos tenido tiempo para quejarnos porque las mochilas, que viajaban  en el maletero, estaban mojadas y sucias de vete a saber qué. Mejor, no quiero ni saberlo, porsiakas...
¡Vaya con el barrio de Mandi! Una hora y media más de trote para hacer 25 kms serpenteantes, empinados y, además, con una niebla que se hacía más y más densa. Y estos trastos circulando sin luces... Gorka y yo nos mirábamos y nos decíamos “maite zaitsut, laztana” por si las moscas... y después nos reíamos pensando “en dónde coño nos estamos metiendo”, one more time.
Pero aquí seguimos vivitos y con la nariz congelada. Rewasal es un barrio situado alrededor de un lago sagrado venerado por budistas, hindús y siks. No tendrá más de mil habitantes, sin embargo, rebosa templos por cada lado. Una inmensa figura sentada en loto vela y ora por todos los que aquí nos cobijamos.
Y hablando de cobijo, ¡vaya hotelucho nos hemos pillado! Por si no fuera suficiente que la luz se vaya cada vez que se estornuda, los monos se han cargado los cables que abastecen a nuestra habitación y nos han dejado a tres velas, hasta que esta gente de laaarga paciencia las han arreglado. En fin, mañana otro día será.

Frase de hoy: “No importa qué está pasando,
NUNCA TE RINDAS”. Dalai Lama.





No hay comentarios:

Publicar un comentario