2011/10/30

2011-10-30


El estrés del duro trabajo nos hace perder los estribos.
La verdad es que nos lo pasamos bien incluso podando... 
lo poco que nos exigen lo hacemos con mucho gusto y diversión.


El martes, que la jornada se nos alargó sin queriendo, se nos ocurrió
hacer un poco de yoga para estirar. Estuvimos casi todo el día agachaditas
sacando raíces y malas hierbas, y Gorka acabando
 la pérgola con Stephen; asín que los huesos agradecieron
un poquito de cariño y atención. Stephen, se partía de la risa porque 
algún vecino pasó con su coche y nos miró raro-raro... 
Pero no veas Anne lo bien que se ejercitó.


De charla para relajar la jornada... a veces ejercitar la mandíbula 
después del día de labor, también sirve para destensar tensiones.


Así quedó la pérgola y mi celosía de bambú, por donde en primavera 
caerán las flores de las glicinias que ya trepan pared arriba...
 pas mal! 
Al finalizar este trabajo bien hecho, Stephen sugirió un 
abrazo a ocho brazos, y así fue.
Maravilla de gente.


Nuestros anfitriones partiéndose de nuevo, porque Gorka
no para de hacer risas ni debajo del agua.
De viaje hacia Auray... no dejan de mostrarnos lo bonita que es Bretaña.


El puerto de Saint Goustan en Auray. 



Además de traernos de viaje nos invitaron a una crepería...
El sitio: pequeñito y acogedor
Los crepes: im   presionantes, en dos palabras.


También no sacaron de farra.
El viernes bajamos a Guemene a ver un concierto en un bar.
El señor de la izquierda toca un instrumento inventado 
por él mismo. Se trata de un cubo de basura al revés, un palo insertado
y una cuerda de alambre desde el cubo hasta lo alto del palo.
Es sonido es similar al de un violonchelo. 
Esta original pareja de músicos supieron ponernos a bailar
a todos los espectadores.

2011/10/23

2011-10-23 De sobremesa


En casa de los Foxall la cena es la comida más importante del día. Aquí se cena a eso de las siete y media-ocho. Poquito a poco nos vamos conociendo mejor y nuestras charlas son cada vez más largas e íntimas. Anoche, después de un buen plato de arroz con cebolla, queso y brócoli al vino, copita de vino y nueces de postre, la cháchara se alargó más que cualquier otro día. La verdad es que a los cuatro nos gusta conversar tranquilamente, pero ayer, creo que llegamos a abrir nuestros cuatro corazones y fueron ellos los que hablaban por nuestras bocas. 
Salió un tema bastante peliagudo en nuestra sociedad, un tema que cada vez es más frecuente en nuestras charlas: la religión. La posición de los cuatro componentes de la velada era bastante parecida. Ninguno se clasifica dentro de ninguna religión con nombre, sea cristiandad, islam, budismo, hinduismo... mas no desechamos las enseñanzas de ninguna de ellas. Al fin y a la postre, si miramos con detenimiento nos damos cuenta de que todos hablan de cosas similares: la esencia, el corazón de toda religión es el mismo. Lo que ocurre que cada casa (iglesia, mezquita, sinagoga...) ha malinterpretado las palabras de su libro sagrado a su antojo y semejanza.
¿Y qué ha pasado? Que la sociedad, harta de escuchar hablar de Amor y de obtener solo Castigo de Dios, ha pasado de creer ciegamente a no creer ciegamente. Antes había un montón de Bellos Durmientes creyentes, y ahora hay otro tanto de Bellos Durmientes no creyentes, que para más INRI, se describen como libre pensadores por despotricar de Dios. Pero tanto creyentes como no creyentes, son creyentes. Si se cree o se deja de creer, son solo creencias. Es decir, si yo no creo en los agujeros negros, sigo CREYENDO que esas cosas no existen, independientemente de si son reales o no.
 Es lo que ocurre con nosotros. Intentamos algo de una manera... vemos que no funciona y nos desentendemos de ella para intentarlo con el extremo opuesto. Obviamente, tampoco funcionará. Queremos buscar lo perfecto, lo blanco, y así poder quedarnos bien lejos de lo negro... Y no dejamos de fracasar porque no nos damos cuenta que nunca se llega al blanco completo ni al negro perfecto.
Sin lugar a dudas, la cosa más importante que hemos aprendido en este viaje (a nivel interior) es a no creer por creer. A no creer porque tal o pascual dice esto o lo otro. Sino a experimentar por nosotros mismos. A crear nuestras propias verdades, que son, finalmente, las únicas verdaderas: las verdades de cada uno. Y difícil será que mi verdad sea la misma que la tuya... supongo que ahí está el kit de la cuestión. La comprensión de lo vasta e infinita que puede ser la Verdad. 
Hay que abrir los ojos. En esta vida hay muchas más cosas de las que la mente es capaz de procesar. Hay que utilizar más el corazón. Hay que bailar más, hay que cantar más... ¡estamos vivos! Y tenemos el privilegio de contar con estos maravillosos cuerpos para hacer con ellos lo que nos dé la rarísima gana. Si hemos venido a la Tierra es para Vivir, y no para lamentarnos o aburrirnos o quejarnos o preocuparnos o hacernos las víctimas... si empezamos a hacer eso, podríamos seguir así durante el resto de nuestros días... pues seguro que a todos nos sobran los motivos.
Hay que pensar más en la paz y de cómo obtenerla a nivel de persona. Y más que pensar en ella hay que estar en ella. No a nivel mundial, porque esa solución no existe. Solo existe la paz interior, la paz de cada uno. Mi paz no puede ser la misma que tu paz. Pues es imposible que llueva a gusto de todos. Por lo tanto cada cual tiene que recorrer su camino. Y es sencillo una vez que se empieza a escuchar al corazón. 
Yo, desde mi propia experiencia, os animo para que lo intentéis. Abriréis los ojos a un mundo totalmente nuevo y lleno de posibilidades. ¡VIVA LA VIDA! y a vivir que son dos días y la mitad la pasamos durmiendo y ¡¡¡otro cuarto en el bater o comiendo!!!

MUCHA PAZ Y MUCHO AMOR


Gorka con las botas de pescador: más feliz que Pichichi.


Experimentando con el bambú. Mis primeros pasitos como carpintera.


Anne y Stephen nos invitaron a su curso de bailes bretones. 
Nos lo pasamos pipa. 


Cogimos las bicis hasta la capilla de Saint-Ives, 
que como bien nos habían dicho, es preciosa.


Gorka y sus tractores viejos. 
Excusa perfecta para charlar un poco con los lugareños.


La capilla por dentro. Muy simple y muy bonita.


El único fruto del amor, chacachacachá,
es la banana, es la banana...


2011/10/20

2011-10-20 Con Anne y Stephen


Tras la dura jornada para llegar hasta Lorient, nos subimos al coche de nuestros anfitriones e hicimos otros cuarenta minutos de trayecto antes de aparcar en la entrada de su casa. Cuarenta minutos de Bretaña profunda y boscosa, de carreteras forestales, de curvas y cuestas, hasta que vimos la magnífica casa en la que íbamos a trabajar. 
Primero nos enseñaron el lugar en donde nos alojaríamos: un molino de piedra gruesa reformado y hecho apartamento. ¡Ai ama! ¡Vaya sitio! No nos podíamos creer que esto tan bueno y bonito pudiera estar pasándonos... El duro día nos ofrecía una recompensa inimaginable. Tenemos una cocinita (con frutas, leche, zumo, café y tés incluídos), un salón con fuego bajo (encendido y repartiendo calor) y una habitación escaleras arriba, justo debajo del tejado. Increíble. Esa noche dormimos como si fuéramos ángeles en las nubes.
Pero a la mañana siguiente nos esperaba una sorpresa aún mayor. El lugar en sí. La noche anterior nos hicimos una vaga idea del maravilloso paisaje en el que nos encontrábamos: la casa tiene un jardín-bosque enorme, un río y varios arroyos que cantan sus aguas, una zona de rocas que se elevan por encima de la casa, robles, pinos, hayas, eucaliptos y bambú... Ni queriendo hubíeramos encontrado este sitio. Este pequeño paraíso nos ha dejado ver una mariposa pavo real, algunas pollas de agua e impresionantes garzas reales...
Y qué decir sobre Anne y Stephen, un matrionio inglés que se vino a vivir tranquilamente a estas tierras francesas, tras haberse jubilado, hace siete años: gente sencilla, risueña y con unos corazones que casi no les entra en el pecho. Nos alimentan que da gusto y no nos exigen demasiado trabajo a cambio; lo que resulta ser un placer... como le gusta repetir a mi amiga Putus "todos obedecen con gusto cuando el que manda es justo". Y en este caso, son mucho más que justos: derrochan generosidad hasta a la hora de currar. 
Por aquí hace un frío que pela... por las mañanas y al atardecer las temperaturas caen, por lo general, hasta los 3-4 grados (el martes comenzó la jornada con un solo grado). Sin embargo, también tenemos suerte con el tiempo, pues en lo que va de semana apenas nos ha caído algún xirimiri que otro, a pesar de todos los avisos que nos anunciaban muchas lluvias en Bretaña.


Nuestro molino-casita.


La gorduna Lilly.


La mariposa pavo real (Inachis Io).


Todo productos autóctonos.


Tomándonos unos cafeles y unos teles en el mercado de Hennebont.


De paseo con la compra.

2011/10/18

2011-10-18 Actualizando...

Los últimos dos días en París los pasamos paseando por aquí y por allí. Nos hicimos una gran caminata desde casa de Fred hasta el cementerio más viejo de la capital francesa: Pere Lachaise. Un cementerio, por cierto, precioso. Un lugar mágico, lejos de ser monótono o tétrico, como suele ocurrir con los campos santos: gigantes árboles ofreciendo agradables sombras a lo largo y ancho de callejuelas y pasadizos adoquinados que serpentean por entre las tumbas y los mausoleos. Lápidas modernas compartiendo vecindario con otras centenarias, esculturas de mármol, frases que nos dan qué pensar... y varios turistas paseando tranquilamente y sacando fotos a las escenas más vistosas. La tumba más visitada, la de Jim Morrison, que sin ser gran cosa, atrae a casi todos los que llegan al cementerio. 
También nos adentramos en el parque Vincennes, con la intención de averiguar qué era aquella roca que se veía a lo lejos sobresaliendo de entre los árboles. No podía ser un edificio, pero tampoco una roca natural, pues ni el color ni la ubicación nos parecían del todo adaptarse al entorno. Pensando que podría ser un rocódromo nos perdimos por entre los senderos de aquel vasto bosque. No conseguimos llegar hasta la susodicha roca, pues tanta vegetación impedía que nuestra mirada se alejase más de diez metros en cualquier dirección. Así que dimos vueltas y vueltas a gusto por haber descubierto aquel lugar en medio de París. Eso sí, un detalle que nos apenó bastante: encontramos un montón de gente viviendo escondida entre las ramas en iglús y tiendas de campaña. Según nos contó más tarde Fred, consecuencia de la grave crisis que azota esta ciudad también. (Y la roca no era un rocódromo, sino un viejo zoo abandonado...).
El sábado madrugamos para coger un tren en Montparnasse. Este tren nos llevaría hasta Chartres, una hora hacia el suroeste. Ya nos habían comentado que hacer dedo en París iba a ser una locura, por eso decidimos alejarnos un poquito e intentarlo desde allí. Desde la Gare de Chartres pateamos un buen rato, siguiendo las señales que apuntaban hacia Le Mans. Cuando nos pareció haber llegado al lugar adecuado, soltamos todos los trastos y nos pusimos manos a la obra. Por tandas. "Algún nostálgico nos parará... esto es Europa y aquí la gente sí que sabe lo que estamos haciendo, a diferencia de Asia, donde muchos nos saludaban eufóricos pensando que el dedo arriba significaba que los estábamos animando...". ¡Jaja! Más de tres largas y frescas horas sin que nadie nos parara. Algunos se reían, otros nos miraban con desprecio, otros nos indicaban que se quedaban al lado... total, nada de nada. Al cabo de ese tiempo, cuando ya estábamos para retirarnos, se nos acercó un vecino en bicicleta. Resulta que nos había visto por la mañana, y aún seguíamos en el mismo sitio. Nos dijo que quizá tendríamos que salir a la autovía... y nos animó en nuestra odisea: "bon courage". 
Pero ya no nos quedaban demasiadas fuerzas para caminar con todos los bártulos, al menos, cuarenta minutazos hasta la autovía... 
Hicimos el baile de la gallina y cantando "cococococo..." nos fuimos de vuelta hasta la estación, donde compramos los billetes que nos llevarían a nuestro próximo destino: Lorient, Bretaña. Tres trenes. Nos apeamos del último, cerca de las once y media de la noche, y en la estación nos esperaban con dos grandes y simpáticas sonrisas nuestros anfitriones: Anne y Stephen. 
Esta familia nos acogerá en su casa durante el siguiente par de semanas: nosotros trabajaremos para ellos en lo que sea necesario y ellos, en cambio, nos alojarán y nos darán de comer. Todo esto lo hemos averiguado a través del programa Helpex. Que no se trata sino de un intercambio de ayuda.


Chateau de Vincennes, el castillo que da su nombre a la zona.


Sentaditos al sol, calentando la sangre. 
Lagartijas de colores.


En el parque-bosque.


Gorka y Fred, ilustrándose...


De pote con nuestro gran amigo. 
Al final nos pillamos una mandanga graciosa...


Cuatro grados y nosotros con ropitas tropicales...


Laztantxu exhausto, esperando al tren que nos sacaría de Chartres.



2011/10/12

2011-10-12 La Belle Paris

¡Qué bonita es París! Esto de la vuelta y no vuelta, nos tenía un poco en vilo, pero esta ciudad es tan bonita que quien no disfrute de ella es porque está ciego. 
Hoy por la mañana ha venido Fred a su casa para que le diera una sesión de Chi Nei Tsang (masaje abdominal). Ha sufrido como todo aquel que se somete a esta dura práctica, pero ha aguantado valientemente hasta el final de la hora y media de sesión. Después, hemos desayunado la ensalada de frutas, yogur y cereales que Gorka nos ha preparado y Fred nos ha marcado en el plano de la ciudad lo que no deberíamos perdernos.
Así que hoy hemos andado un montón... es lo que tienen las ciudades, que se camina tela marinera. Metro arriba, metro abajo, sin importar demasiado por qué boca salíamos, pues fuera cual fuera, la ciudad que nos encontraríamos al otro lado no iba a dejar de impresionarnos. 
Además, otro factor que embellece el asunto más si cabe: es otoño. Los árboles van perdiendo sus hojas para teñir las calles de rojo y cobre... se huele el romanticismo. Y a mí, me encanta. No sé exactamente por qué será, pero hoy nos hemos despertado muy amorosos. Debe ser esta ciudad.
Eso sí, no todo es color de rosa, más bien es de color gris... nos damos cuenta de ello cada vez que subimos al vagón de turno. Todo el mundo se viste igual y usa las mismas caras y expresiones. Da un poco de pena, porque las caras son largas, y por mucho maquillaje que se use, son pálidas: parecen estar todas enfadadas o a punto de llorar. Podemos ir quinientas personas apiladas y aferradas a los agarraderos de acero, pero no se oye más que el nítido pitido de las puertas antes de abrir y cerrar, y la voz autómata de la señora que anuncia la próxima estación... Todo lo contrario a Asia... eso sí que se echa de menos. El jaleo, el barullo, el color: ¡la vida! 
Nosotros dos éramos los únicos puntitos de color en el gris metro de esta ciudad... parece que los parisinos no se dan cuenta de dónde están viviendo. ¡Esto debería ser mucho más alegre! 
ALLEZ, ALLEZ, QUE ESTO C'EST PARIS, MES AMIS!!! 


Tip y Cal...


Todo turista en París pasará por la Tour Eiffel.


Mon Homme en Notre Dame.


Maravilla explosiva de colores y luz.


Un buen señor: el amigo de los pajaritos.


Y los niños que lo aprenden todo por imitación. 
Deberíamos ser más señores buenos...


Gorka bebiendo agua no potable.

2011/10/11

2011-10-11 Con los pies en París

Dos horitas de Bangkok a Kuala Lumpur. Trece horazas y pico desde Kuala Lumpur hasta Paris. 13 horazas de aire acondicionado a tope, sin comida ni bebida. Air Asia te pule... si quieres volar a lo "todo a cien" no esperes ni una manta para el exceso de frío artificial... ¡nada! ¡les ha faltado cobrar 3 bahts por usar el aseo! ¡jajaja!
No obstante, nuestra cara de susto a llegado a su estado más vivo, cuando en el aeropuerto de Orly nos han pedido OCHO eurazos para hacer siete minutillos de trayecto... ¡madre mía! ¿dónde estamos?
Pero, bueno, menos mal que en esto del viajar ya estamos hechos todo unos expertos. Nos hemos trajinado el metro de París como nos ha dado la gana, y para las once y media de la mañana estábamos como clavos en Chateau de Vincennes, donde habíamos quedado con Fred. A Fred lo conocimos en Rishikesh... incluso la vuelta a Europa nos recuerda a nuestros comienzos en India. Resulta que Fred tiene un apartametillo en las afueras de Paris, y nos ha invitado a su casa para el tiempo que queramos... ¿qué más podríamos pedir? 
Para coger fuerzas, algo con lo que hemos soñado durante nuestra estancia fuera de Europa: ¡pan y queso! y además, producto francés... creo que mientras masticábamos nuestros dientes castañeteaban la Marsellesa de pura emoción. Todavía hoy no entendemos cómo estos productos no se establecen como norma general en todo el mundo. PAN. QUESO. Y ya puestos a pedir, CHOCOLATE. En fin, sigo siendo de donde soy, asín que hay cosas que no pueden cambiar... 
Y a parte, no hemos hecho gran cosa, porque con eso de la paliza del viaje y del cambio de horario, hemos pasado la mayor parte del día adormilados, y el resto, sin darnos cuenta. A la hora de la cena, Fred nos ha llevado a un garito que está cerquita de aquí, donde sirven comida vegetariana también, y nos hemos trincado una botella de lo que viene siendo otro producto estrella del lugar: VINO del GÜENO. Además, están redecorando el restaurán y tienen una pared en la que la gente puede dejar su poquito de reseña. Y a mí que me vuelven loca los boligrafos... qué decir sobre los rotuladores de punta extra gorda. Les he dedicado una de mis frases preferidas, seguida de algo en euskera (para que se note la cepa)... (por cierto, luego he seguido leyendo por ahí, y algún otro euskaldun ya había pasado por allí... jejeje). 
Por F. Nietzche:


"THOSE WHO WERE SEEN DANCING
WERE THOUGHT TO BE INSANE
BY THOSE WHO COULD NOT HEAR THE MUSIC."

(aquellos que fueron vistos bailar
fueron creídos unos locos
por aquellos que no podían escuchar la música)


Última foto del viaje por Asia...


Primera foto en Europa. 
No se nota pero llevamos encima más de la mitad de nuestra mochila en ropa... 
estos 16 gradillos tras haber vivido los últimos cinco-seis meses 
en una media de 27 se dejar notar en nuestros huesitos.


2011/10/09

2011-10-09 Agur Tailandia, Agur Asia

Parece que mañana nos vamos. Ya habrán pasado 10 meses, 2 semanas y 3 días desde que pusimos nuestros pies en tierras internacionales del aeropuerto de Bilbao. Volao, nos ha volao el tiempo. Por eso me da la sensación de que aún nos queda por asimilar una gran parte de todo lo aprendido. Que no ha sido poco, y además, de gran valor. Hemos aprendido en este corto periodo de tiempo lo que no nos han enseñado en décadas de estudio... ¿dónde se ha quedado lo importante en nuestra sociedad? 
Miles de veces habremos oído que la gente vive dormida. Sí, la gente... yo no, claro. Pero yo, también, y tan profundamente que me creo que este sueño es la realidad. 
Cada vez tengo más claro que el viaje más importante, no es el físico, sino el que he emprendí hace unos tres-cuatro años en mi interior. He cambiado muchísimo. Me asombro cuando me observo y me confieso secretos que antes no me atrevería ni a pensar... Somos grandes, amigos, pero no nos damos la ocasión para explorarnos y descubrirnos. El camino aparentemente más simple, parece ser el que mejor me funciona. Se trabaja día a día y no se trata de ninguna religión específica. Sobre eso podríamos hablar horas y horas...
Nuestra vuelta no es una vuelta, porque no somos los mismos los que volvemos. Además, que si bien no tenemos claro lo que haremos en adelante, lo que tenemos muy claro es lo que no haremos. Nada de contratos para ir de casa al trabajo, ver la tele, dormir y vuelta a empezar... nada de fines de semana de borrachera y 15 días de vacaciones. Volvemos, pero volveremos a la Naturaleza, volvemos atrás, pero mucho más atrás que el 23 de Noviembre del 2010.

Tailandia: buen destino, muy fácil para viajar, mucha comida y buen humor. 
El que no viaja es porque NO QUIERE, porque si te pones a ello te das cuenta de lo sumamente fácil que es.  Cuestión de elecciones, cuestión de preferencias... cuestión de tener las cosas claras. 
Viajar enriquece y abre la mente. 
Pero qué feliz soy y qué contenta me siento. Nunca me hubiera imaginado diciendo esto a falta de un día de tomar el avión hacia Paris. Se nos acerca un cambio de vida... y si antes la incertidumbre era razón para el desasosiego, ahora me parece excitante y toda una sorpresa.
No esperéis a la joven fiestera que fui durante muchos años, esperar a una joven con mucha ilusión y enamorada de la vida. 
¡Vivan los hippies y las flores! ¡Viva Zapata y la revolución que existe hoy en España! ¡Vivan los ojos abiertos eta gora bihotzak!
Hasta Siempre, Asia.






Nuestro raftón sobre el río Kwai.



Precioso leopardo que nos encontramos en una zona de mercado. Tuvimos el privilegio de acariciar su suave pelaje y mirarle de bien cerca a sus ojos turquesa. Increíblemente bonito animal. 


Paisaje en Kanchanaburi.


Gran Buddha en un templo chino.


Exquisita sorpresa que nos ofreció Kanchanaburi.


La Vida Es Bella. 
Solo hay que observarla.



2011-10-09

Qué fáciles son las soluciones
cuando, por fin, se entienden los problemas
Cuán claras las respuestas
si damos con la pregunta adecuada
La verdad se presenta simple
si se vive con el corazón
La mentira es el resto
que no entiende más que a una razón

Lo que doy es lo que cuenta
porque yo no soy
sino un canal del amor infinito
Y su honda está aquí,
en lugar de huir a buscarla
queda rendirse a su vibración
Dejar que el corazón se calme
y su paz inunde nuestro ser

¡Cuidado con la voces
que llegan desde arriba!
Solo son obstáculos que nos alejan
de esta dulce quietud
Si consigo fluir en este Océano
la duda no tendrá lugar

Es el destino de toda gota
navegar hasta unirse con la mar
A veces sin darse cuenta
que su destino está dentro de ella
¿Pues qué es una gota de agua
sino del inmenso mar un trocito?

Absolutamente todo lo manifestado
se compone de ciertos elementos
yo, las rocas, las lechugas
e incluso los mosquitos:
Todo es grandioso
o todo es nada;
más todo es solo UNO
Y la vida es puro milagro
Polvo de estrellas
y una única dirección

Una sonrisa 
cura dos penas
y el primer pasito
se da desde dentro
Este aparente caos
aparece ordenado
ante los ojos compasivos 
de nuestro guía: 
El Amor





2011/10/06

2011-10-05 Últimos rules de acá pallá


Así, el día tres dejamos Chiang Mai detrás, hasta que el futuro nos acerque, o no, hasta sus puertas de nuevo. Será un placer, aunque no ahora, porque ahora estamos on the road again. Salimos por la mañana para llegar a Sukhothai por la tarde. El autobusero nos preguntó que en qué parte queríamos que nos dejase, en la Old City o en la New City... ni idea. No habíamos leído nada sobre nuestro destino (como viene siendo costumbre, nos dejamos caer donde sea, que ya se irán apareciendo las cositas), por lo que le dijimos lo primero que se nos ocurrió: in the bus station. Parece una respuesta de lo más rara, ¿porque dónde si no nos iba a dejar? Pues no, aquí los buses paran donde les da la gana. Por eso decidimos llegar hasta la bus station y así poder preguntar del tirón por los billetes para el día siguiente. Resultó, que la bus station estaba lejos de todo. De la New Sukhotai y, más lejos todavía de la vieja.
Por esta vez, pensamos, nos quedaremos por aquí, lejos realmente de todo y de casi todos. Nos alojamos en la única guest house de la barriada. La habiatación grande y limpia, sin internet pero con un regateo de los buenos. Gorka, muy orgulloso de su logro. Yo, también. Después, nos acercamos a la ciudad nueva, que de hecho, no es más que una calle, con la intención de alquilar unas moticos para que al día siguiente pudiéramos rodar y rodar hasta la ciudad vieja. Resulta que en la vieja Sukhothai, primera ciudad capital de Siam, se encuentran los restos de un recinto monástico budista. Sin embargo, el alquiler estaba bastante caro para nuestra economía, por lo que en lugar de eso nos quedamos a cenar en el mismo restaurante donde alquilaban las motos. Pas mal. Estaba cayendo una gorda. Por esta zona el monzón parece más salvaje.
Al día siguiente, tempranito, cogimos un songteo (una pick-up furgonetilla, tipo taxi compartido) y nos apeamos en el parque histórico. Alquilamos una bicis (regateando, claro) y nos pusimos "pies a pedalear". Volamos y planeamos sobre aquellos céspedes verdes e inundados por las lluvias. Los árboles brotaban en medio de enormes charcos y las ruinas resaltaban su color ladrillo desgastado, mientras un gran número de Buddhas observaban el sosegado paraje con sus intensas miradas conscientes. 
A las diez de la noche de ese mismo día, nos subimos al autobús que nos bajaría hasta Bangkok. A la media hora de emprender el viaje, fuimos testigos de las inundaciones más decentes vistas hasta el momento. Increíble. Todo era una riada. No se veía dónde acababa la carretera, ni si había acera. El agua lo ahogaba todo a su paso. Unos pocos motoristas, con el agua hasta las caderas, arrastraban sus motos como podían, no se veía ningún río desbordado, sino que todo era un río desbordado. ¿Cómo hacen aquí los habitantes? No dejo de asombrarme de lo natural que parece todo ante las caras de los lugareños. Un poco de agua, nada más. ¡Qué pasote!
 Hora de llegada, cuatro de la mañana. Pateamos aquella gigantesca estación para encontrar la taquilla que buscábamos. Y, en vez de la hora que era, parecía que fuese hora punta en el mercado. Cienes de puestos vendiendo de todo, taxistas que te persiguen con su incansable letanía "I bring you, very cheap", gente caminando en todas las direcciones, otros cientos de buses llegando y partiendo... Esto es Asia.
A las cinco cogíamos el siguiente bus hasta Kanchanaburi. Y aquí, nos hemos dejado en manos de un amable taxista que nos ha traído hasta, según él, el guest house más barato del lugar. Y la verdad que es de lo más barato que hemos encontrado en Tailandia. Pero eso no es lo mejor, sino que es un lugar increíble, tenemos una cabaña que está, literalmente, sobre las aguas de río Kwai, el famoso río que apareció en una película (Yo no la he visto, así que no sé nada). Total, que la cabaña tiene atadas debajo unos bidones vacíos, gracias a los cuales, flotamos y flotamos como si estuviéramos en un barquichuelo. A este tipo de cabañas, los llaman raftones. Estos raftones son la leche. No podríamos haber caído en un lugar mejor para acabar nuestro viaje por Asia.
Me he imaginado que las cuerdas que amarran nuestra casita a la tierra, se rompen y que nos vamos, río Kwai abajo... 
Cuando pasan barcos de cierto tamaño, las olas que producen, nos tambalean la casita. 
Por una rendija que tenemos en el suelo de la habitación, se ve el agua fluir. Esto es la pera rabanera. 
Hay un martín pescador en el raftón de en frente. Se pone justo justo en el borde del tejado y mira y mira y  mira, y no se inmuta. Con su pico laaargo mirando pa'lante... su silueta es perfecta. Y su color azul cuando salta para acercarse al agua es mágico.
Hoy me he fijado en una hormiga roja, ¿sabíais que las hormigas se sientan? Pues sí, lo he visto en persona. Apoyan su culito, doblan su espalda y, como los perros y los gatos, ¡se chupan el culo!