2011/10/23

2011-10-23 De sobremesa


En casa de los Foxall la cena es la comida más importante del día. Aquí se cena a eso de las siete y media-ocho. Poquito a poco nos vamos conociendo mejor y nuestras charlas son cada vez más largas e íntimas. Anoche, después de un buen plato de arroz con cebolla, queso y brócoli al vino, copita de vino y nueces de postre, la cháchara se alargó más que cualquier otro día. La verdad es que a los cuatro nos gusta conversar tranquilamente, pero ayer, creo que llegamos a abrir nuestros cuatro corazones y fueron ellos los que hablaban por nuestras bocas. 
Salió un tema bastante peliagudo en nuestra sociedad, un tema que cada vez es más frecuente en nuestras charlas: la religión. La posición de los cuatro componentes de la velada era bastante parecida. Ninguno se clasifica dentro de ninguna religión con nombre, sea cristiandad, islam, budismo, hinduismo... mas no desechamos las enseñanzas de ninguna de ellas. Al fin y a la postre, si miramos con detenimiento nos damos cuenta de que todos hablan de cosas similares: la esencia, el corazón de toda religión es el mismo. Lo que ocurre que cada casa (iglesia, mezquita, sinagoga...) ha malinterpretado las palabras de su libro sagrado a su antojo y semejanza.
¿Y qué ha pasado? Que la sociedad, harta de escuchar hablar de Amor y de obtener solo Castigo de Dios, ha pasado de creer ciegamente a no creer ciegamente. Antes había un montón de Bellos Durmientes creyentes, y ahora hay otro tanto de Bellos Durmientes no creyentes, que para más INRI, se describen como libre pensadores por despotricar de Dios. Pero tanto creyentes como no creyentes, son creyentes. Si se cree o se deja de creer, son solo creencias. Es decir, si yo no creo en los agujeros negros, sigo CREYENDO que esas cosas no existen, independientemente de si son reales o no.
 Es lo que ocurre con nosotros. Intentamos algo de una manera... vemos que no funciona y nos desentendemos de ella para intentarlo con el extremo opuesto. Obviamente, tampoco funcionará. Queremos buscar lo perfecto, lo blanco, y así poder quedarnos bien lejos de lo negro... Y no dejamos de fracasar porque no nos damos cuenta que nunca se llega al blanco completo ni al negro perfecto.
Sin lugar a dudas, la cosa más importante que hemos aprendido en este viaje (a nivel interior) es a no creer por creer. A no creer porque tal o pascual dice esto o lo otro. Sino a experimentar por nosotros mismos. A crear nuestras propias verdades, que son, finalmente, las únicas verdaderas: las verdades de cada uno. Y difícil será que mi verdad sea la misma que la tuya... supongo que ahí está el kit de la cuestión. La comprensión de lo vasta e infinita que puede ser la Verdad. 
Hay que abrir los ojos. En esta vida hay muchas más cosas de las que la mente es capaz de procesar. Hay que utilizar más el corazón. Hay que bailar más, hay que cantar más... ¡estamos vivos! Y tenemos el privilegio de contar con estos maravillosos cuerpos para hacer con ellos lo que nos dé la rarísima gana. Si hemos venido a la Tierra es para Vivir, y no para lamentarnos o aburrirnos o quejarnos o preocuparnos o hacernos las víctimas... si empezamos a hacer eso, podríamos seguir así durante el resto de nuestros días... pues seguro que a todos nos sobran los motivos.
Hay que pensar más en la paz y de cómo obtenerla a nivel de persona. Y más que pensar en ella hay que estar en ella. No a nivel mundial, porque esa solución no existe. Solo existe la paz interior, la paz de cada uno. Mi paz no puede ser la misma que tu paz. Pues es imposible que llueva a gusto de todos. Por lo tanto cada cual tiene que recorrer su camino. Y es sencillo una vez que se empieza a escuchar al corazón. 
Yo, desde mi propia experiencia, os animo para que lo intentéis. Abriréis los ojos a un mundo totalmente nuevo y lleno de posibilidades. ¡VIVA LA VIDA! y a vivir que son dos días y la mitad la pasamos durmiendo y ¡¡¡otro cuarto en el bater o comiendo!!!

MUCHA PAZ Y MUCHO AMOR


Gorka con las botas de pescador: más feliz que Pichichi.


Experimentando con el bambú. Mis primeros pasitos como carpintera.


Anne y Stephen nos invitaron a su curso de bailes bretones. 
Nos lo pasamos pipa. 


Cogimos las bicis hasta la capilla de Saint-Ives, 
que como bien nos habían dicho, es preciosa.


Gorka y sus tractores viejos. 
Excusa perfecta para charlar un poco con los lugareños.


La capilla por dentro. Muy simple y muy bonita.


El único fruto del amor, chacachacachá,
es la banana, es la banana...


1 comentario:

  1. Que grande eres Eider! A tí te comía yo hasta con los carsetines rojos.! Mola que estéis disfrutando de la vida así. Y gracias por dedicarte unos ratos a compartirlo con los demás!

    Gracias.
    besos pa tos!

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