2011/11/22

2011-11-21 Con Txabi en Burdeos


El viernes por la tarde abandonamos la casa de los Long con amistosos abrazos y sonrisas que esperaban un sincero hasta pronto. A partir de esa noche no nos podrían hospedar, pues se marchaban de fin de semana. Ellos mismos nos hablaron de una "cadena" de hoteles de bajo coste (según estándares occidentalizados, de los cuáles nos encontramos en este momento a muchos kilómetros de distancia) y nos indicaron cuál de sus hoteles sería la que nos quedase más cerca de la salida a la variante de la ciudad (Rocade, en Francia). Este resultó estar localizado a unos siete minutos en coche desde su casa, así que amablemente nos ofrecieron su taxi familiar para dejarnos en la recepción de dicho establecimiento. Un hotel de película amerikana, de esos que son alargados y con muchas puertas que dan a pequeños habitáculos con tres camas, bañito concentrado y una gran tele. Más tarde nuestro visitante lo describiría como "un camarote de barco", y no le faltaría razón. Pero pagaríamos 29 euros por noche y por tres camas. Detalle importante teniendo en cuenta que al día siguiente, sábado, Txabi vendría a vernos a la capital bordelesa. ¡Que bonita y agradecida visita! Nuestro amigo que no quiso esperar a que llegásemos al pueblo para encontrarnos y echar un buen rato juntos... Eskerrik asko, Txabitxu, itzel poztu ginen zu ikustiaz... 
Me emocioné y todo cuando salió de su coche y se acercaba con su elegante porte hacia nosotros que salimos a saludarlo con los brazos abiertos. Sería nuestro primer pie puesto ya en Elorrio. 
Pasamos el día callejeando la ciudad, hablando más bien poco sobre lo espectacular de la ciudad y disfrutando del reencuentro. De repente nos pareció que no hacía más que alguna semana desde la última vez que lo vimos... ¡cuánta razón tenía Einstein de lo relativo del tiempo! Si me preguntan, no puedo más que confesar que ha pasado todo tan rápido que ahora mismo me podría creer tranquilamente que todo ha sido el sueño más bonito de mi vida. Con la diferencia de que la sonrisa que se planta en mis labios al recordarlo, es más real que cualquier sueño hecho realidad. 
El domingo, día de elecciones, Txabi volvía p'al hogar, y nosotros aprovecharíamos que el Pisuerga pasa por Valladolid para hacer nuestro último recorrido de esta larga excursión. No podíamos dejar pasar la oportunidad de sentarnos al volante junto a Txabizio y que este nos depositara nada más y nada menos que a puertas de nuestra casa. 
A él le habíamos pedido que no le comentara a nadie lo de nuestra llegada, así que llegamos por sorpresa. Al tocar el timbre de la puerta no contestó nadie... era uno de los efectos secundarios de planear una llegada sorpresa. Teniendo en cuenta la hora de llegada (alrededor de las 12.30 del mediodía) y que era fin de semana, no tardé ni medio segundo antes saber que aita y ama estarían de paseo. Dimos una vuelta con el coche por la ruta habitual y no hubo señal de ellos. Sin embargo, cuando empezábamos la segunda vuelta los vimos acercarse a casa. Txabi se paró de golpe sintiendo nuestra emoción y toco la bocina hasta que se dieron cuenta de quién iba dentro. No se me olvidará fácilmente la cara de sorpresa de ninguno de los dos. ¡Qué alegría! Qué momento tan bonito ese de ver reflejado tu agradecimiento, de ver a los tuyos tan bien, en sus caras: en sus miradas y sus sonrisas entre profundamente felices e incrédulas. 
Ese día lo pasamos sorprendiendo y saludando a gran parte de la familia Moreno Saez y a otra también de la familia Zubiaga Gallastegi. Y hoy hemos ido alargando la lista en Markina con la familia Bilbao Anduiza. Un párrafo que sirve de firma perfecta a nuestra obra maestra. 

PD. Fuimos a votar...  ¡DEMOCRACIA REAL YA!







El calendario de la cocina cuando entramos en nuestra casa...

2011/11/20

2011-11-20 ¡FELICES ELECCIONES!


El elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.

                                                               Ambrose Bierce.

2011/11/19

2011-11-19 NO HAY REGRESO

No puedo volver
porque ya no soy la que era.

Cuando me dio por partir
pareció que estuviese de borrachera,
algunos incluso pensaron
que había perdido la sesera...
En realidad, a casi nadie se le ocurrió 
preguntar por la razón verdadera,
que quizá ni yo hubiera sabido
responder a la primera.

Pero algo tenía claro:
me marchaba de mochilera,
sin tener certeza de adónde
ni de qué manera.
Eso sí, afortunada de tener a alguien
que me amara a mi vera,
tanto bajo el sol abrasador
tanto a la luz de la luna-lunera.

El año ya va acabando
más sigue adelante esta carrera
y aunque haya subido algún peldaño
de esta larga escalera
sé que me queda mucho
por vivir como viajera...
Llegaré al punto de partida
más modelada como si fuese de cera
Así que no me pregunten por la vuelta
pues llevo piedras de otra cantera.

YO YA NO PUEDO VOLVER
PORQUE YA NO SOY LA QUE ERA.



2011/11/18

2011-11-18 Bordeaux y la energía positiva

Pasaron dos semanas con los Noyer. El pasado miércoles dejamos su casa para ponernos rumbo hacia el sur. Nuestro próximo destino sería Burdeos. Mathilde se prestó voluntaria para acercarnos a la entrada de la autopista de Rochefort; y nos quiso acercar tanto que al final no pudo dar marcha atrás, y tuvo que entrar en la autopista, sí o sí, (asi de pícaramente están planeadas las autopistas... todo por sacar los cuartos a los conductores). Así que debido a este percance no solo nos acercó hasta la autopista sino que nos bajó hasta Saintes, que era la siguiente salida, a unos 30 kilómetros de Rochefort. Ya solo tendríamos que recorrer otros 130 para llegar hasta la ciudad bordelesa. 
Apenas esperamos veinte minutillos antes de que un señor muy agradable nos parara y nos invitara a subir a su buga, una kangoo granate y muy amplia. Además tuvimos la suerte de que iba directamente al centro de la ciudad... nos dejó al lado de la estación del tranvía, a cinco pasitos de nuestra mágica cabina (o gabina, según alguna malagueña salerosa) telefónica. Increíble documento. Quedamos con nuestros nuevos anfitriones en la parada Arts et Metiers, zona universitaria, en donde nos recogieron diez minutos después.
Más de veinticuatro horas después nos tuvimos que acordar de nuevo de nuestra mágica cabina telefónica, pues al llamar a los Long tuve la mala pata de dejarme mi cuaderno de viaje allí, olvidadico. Sin embargo, llevamos una racha en la cual la energía positiva nos envuelve vayamos a donde vayamos, y cuando Gorka y Anthony se acercaron en coche para ver si por suerte o causalidad seguía allí, pues así fue. Volvieron a casa y me devolvieron la sonrisa de alivio junto con este tercer cuaderno en donde llevo anotadas más que simples palabras. ¡Que grande!
Pero no queda ahí la cosa. Gorka llevaba algunas semanas con molestias en una muela. Al parecer una parte del diente la tenía kili-kolo (sueltecilla) y le dolía al comer. Llevábamos tiempo pensando en dentistas y de cómo nos las íbamos a arreglar para poder pasar la factura al seguro de viaje. Por fin, hoy, nos hemos decidido a visitar a un odontólogo. Carine, la mamá de nuestra casa, ha buscado en Internés uno que estuviera cerca de donde vivimos y le ha llamado para averiguar si un amigo español podría pasarse para que le echase un vistazo. El señor le ha dicho que pasáramos cuando quisiéramos, por lo que nos hemos puesto las zapatillas y hemos caminado siguiendo el croquis que Carine previamente nos ha garabateado. Ni diez minuto andando. Ni dos minutos en la sala de espera. Ni diez minutos en la sala de operaciones odontológicas. ¡Qué eficacia y qué señor más agradable! Resulta que el señor hablaba un poquito el castellano y que era más majo que las pesetas. Le hemos empezado a hablar sobre el seguro de viaje y en seguida nos ha callado diciendo que no haría falta. Gorka y yo nos mirábamos y no entendíamos nada. ¿O acaso era que él no entendía tanto nuestro idioma...? Anestesia, pinzas, trozo de diente pa'fuera, escupitajo de sangre, un poco de cera en la zona afectada, alguna recomendación... "¿Bueno, y qué se debe, doctor?" - "¡Ohh! No ha sido nada... ya os podéis marchar." Nosotros flipando, Gorka recalcándole que quería un dentista como ese cerca de casa y yo abrazándole y plantándole dos besazos por lo que acababa de hacer. ¿Alguien se lo ha creído? ¡Porque a nosotros que lo hemos visto y vivido aún nos cuesta! 
No todo en este mundo está perdido. Cada vez nos topamos con más seres humanos... ¡va a ser cierto eso de que OTRO MUNDO ES POSIBLE!


Primeros pasos en Bordeaux.


Arriba: Carine y Anthony Long
Al centro: Matthieu Long


De izquierda a derecha: Banana, Bender y Blis.


En la plaza Victoire.


El Pont de Pierre sobre el Garonne.


La Plaza de la Bolsa reflejada en el Miroir d'Eau.


La catedral.


2011/11/15

2011-11-15 La familia Noyer nos lleva de paseo

Resulta que el viernes pasado de nuevo fue festivo en Francia. Celebraban el armisticio de la primera guerra mundial. Pues ya ves, así que a los gabachei les gusta tanto las guerras, no les dan más que fiestas... ¡jeje! Pero, chorradas aparte, uno de los hermanos de Alexandre, Frank, necesitaba la ayuda de esta familia porque sus tres hijos no tendrían con quién quedarse: madre y padre, ambos debían trabajar ese día.
Así que nos invitaron a ir con ellos a la Ile de Re, que es donde viven o sobreviven. Baste decir que el puente de tres kilómetros que hay que cruzar para llegar a la isla cuesta 9 euracos en temporada baja y ¡16! en temporada alta. Hay que pensárselo bien antes de cruzar el puentecito delux. Y la cosa no queda ahí, tooodo, absolutamente todo es más caro en la isla que fuera, y según nos han contado cuanto más te adentras en la isla más se elevan los precios. Por poner un ejemplo, en Saint Martin de Re, que queda dentro del primer tercio de la isla, una barra de pan vale 2,30 contantes y sonantes.
Sin embargo, nosotros que vamos de pegote con la familia, no gastamos ni un solo céntimo. Es la vida de un helpex... ¡y luego dicen que no se vive bien sin dinero! Esa, no es mi verdad, por la cual me alegro cada día más y más. Siempre hay posibilidades... solo hace falta buscar bien, saber qué cosas son las realmente imprescindibles, y de cuáles estamos dispuestos a prescindir. Además, nuestra familia acogedora pensó que sería una buena idea llevar dos bicicletas para que servidores pudiéramos servirnos de ellas y visitar la isla. Si bien es cierto que nuestro precio a pagar era el aguantar a cinco niños de edades de entre dos y ocho años y medio, en plena crisis nerviosa, griterío profundo y rotundo desde las seis y media de la mañana hasta las diez de la noche (a veces con cánticos de guerra inesperados nocturnos), lo que obteníamos a cambio era más de lo que pudiéramos querer. De hecho, cuando estuvimos pasando aquel par de días en La Rochelle, pensamos y deseamos visitar la isla, pues nos habían recomendado verla, pero las cosas se torcieron de manera que no pudimos llegar a ella. Cosas de la vida, cosas del deseo... allí estábamos en pensión completa y bicis gratis para patearnos la isla, que está cosida de carriles bici llanitos-llanitos, para que los turis deambulen por doquier.
Nos quedamos en casa de Frank, Natalie, Cloe, Kiliand y Jade desde el jueves (hora de cenar) hasta el domingo (después de cenar). Y a decir verdad respiramos alibiados cuando por fin salimos de aquella casa de locos.  Que por si fuera poco el ajetreo con los cinco niños, el domingo nos juntamos en el pequeño salón de la casita dieciocho personas, once adultos y siete infantes, para celebrar el cumpleaños del Papi, abuelo y patriarca de toda la prole, y comer y cenar juntitos. A nosotros no nos quedó más que agradecer de corazón que nos trataran, nada más y nada menos, como a dos más de la familia, aunque hablaramos a trompicones su idioma. Gorka, con los niños es con los que mejor se comunica pues a todos les habla en euskera y ellos le responden en francés... lo asombroso es que muchas veces se entienden. Si es que hablando con el corazón no hacen falta palabras.









2011-11-15 Pons

El martes de la semana pasada fuimos con Alexandre a casa de su hermana Katia para ayudar un poquito allí también. Nos vino de perlas para hacer, de paso, un poquito de turismo por la zona.
Pons, a unos cincuenta kilómetros al sur de Rochefort.





El burla vientos que gobierna la casa de los Noyer.


Bonitas luces las del atardecer en La Tour.



Alexandre y Gorka trabajando en la escalera.


Mathilde et moi cortando la tela para hacer pañales reutilizables.


2011/11/05

2011-11-03 Ahora toca Rochefort


Nuestra estancia en La Rochelle fue un éxito. De la misma manera que Alix nos abrió las puertas de su casa y su corazón de par en par, así nos acogieron los tres restantes compañeros de su casa, y otros amigos suyos que fuimos conociendo durante las siguiente horas. ¡Qué alegría de gente! Nos llevaron a ver la ciudad y nos hicieron de guía, bromearon con nosotros y disfrutamos todos juntos los unos de los otros.
Aprovechando que el uno de noviembre es festivo en Francia, invitamos a tortilla de patatas y ensalada a cuantos conocimos, en casa de Alix. Preparamos tres cacho tortillacas, cada cual más buena, y los ocho comensales disfrutamos moviendo los hocicos. No sobró nada, a pesar de que Alix guardó la esperanza de que sobrara algo para el día siguiente por la mañana, hasta el último momento. Cayeron un gran número de botellas de vino...
Y como todo lo que empieza acaba, el día dos por la mañana nos preparamos otro cartoncito y Alix nos alargó en su buga hasta un sitio, según él, estratégico para salir hacia Rochefort. Tras unos cuarenta minutos y quinientos coches, nos paró un Audi. ¡Toma ya! El señor conductor era mitad de La Rochelle y mitad de Tui (Vigo) así que fuimos de cháchara hasta la estación de trenes de Rochefort. Cómo detalle que no se me olvida fácilmente, nos contó que una vez por mes recorre la distancia entre La Rochelle y Vigo ¡en nueve horas! Aquel coche era un verdadero torpedo, y así se lo hice saber. Rió alegremente cuando le dije que normalmente estos coches tan grandes y lujosos no paran a autoestoperos... pero que alguno debía ser la excepción que confirmara la regla.
Una vez en tierra, de nuevo, apareció nuestra cabina de teléfonos milagrosa a cuatro pasos, desde donde pudimos llamar a nuestros siguientes anfitriones: Mathilde et Alexandre. En veinte minutos pasaron a recogernos y nos trajeron a su hogar en Le Tour, mancomunidad de Beaugeay. Y en este apartado caserón en mitad de inmensos campos verdes nos quedaremos unos diez días, ayudando en lo que sea necesario y cuidando de sus dos niñas Camille y Eloise, que son más bonitas y más terremotas que mandarlas hacer a medida.


Alix a la izquierda, Luck en medio.


La calle sobre el muro en La Rochelle.


Degustación y glotonería a base de tortilla de patatas.


Camille, Moustache (en medio) y Eloise.
 
Shhhhh... ron ron ron ron...

2011/11/03

2011-11-01 La Rochelle; en casa de Alix


¡Prueba superada! Ayer nuestros anfitriones du Moulin de Kerlautre, nos bajaron hasta la autovía que corre hacia Nantes; dirección que deberíamos tomar para ir a donde queríamos ir. Tras contarles nuestra fracasada experiencia de hacer dedo en Francia, Stephen nos dijo que probáramos con un cartón, en el que escribimos el nombre de nuestro destino y lo decoramos con bonitas flores. No sé si fue gracias a eso o, seguramente, gracias al buen sitio que escogieron para colocarnos a las orillas de la vía, pero el primer coche no tardó en pararnos más de quince minutillos.
El señor que corría como una liebre nos alargaría hasta Vannes, y con él recorrimos los primeros cincuenta kilómetros a dedo en Francia. Nuestra esperanza de seguir con esta manera alternativa de viajar aumentó y la ilusión, también. Una vez en Vannes, los ánimos se nos cansaron de nuevo... y es que estuvimos casi hora y media esperando y viendo pasar a los miles de coches a toda leche que no paraban ni a la de tres. El cielo se puso gris oscuro... empezaba a hacer frío... y parecía cada vez más eficaz desear con todas nuestras fuerzas que todos los nubarrones se esfumaran que ninguno de aquellos carros de fuego se pararan.
Ya estábamos los dos sujetando en cartón, acurrucaditos el uno contra el otro debajo de nuestro paraguas rojo que Air Asia nos regaló involuntariamente, cuando paró nuestro coche de la guarda. Un joven y un niño que iban más al sur que lo que íbamos nosotros, ¡bien! Resulta que era un punky en toda regla, que al contarle sobre nuestro viaje, nos enseñó las fotos de su ruta por Europa del este con otros cuatro punkarras... nos caímos rebién al instante. El viaje ameno acabó en la salida 33 de la Autoroute francaise, a la altura de Niort. Nos deseamos mutuamente todo lo mejor para nuestras vidas y mochilas a la espalda salimos de la autopista caminando que es gerundio. Lo bueno de ir a pie es que ¡no tuvimos que pagar el peaje!
Los sesenta kilómetros que nos restaban hasta La Rochelle los hicimos con una señora dicharachera que nos acercó hasta el centro de la ciudad, incluso sin tener ella la necesidad de llegar hasta tal punto. No había queja alguna, pero sí dos grandes sonrisas en nuestras caras. Lo que el tio Google Maps calculó que serían unas cuatro horas de viaje, los hicimos en unas seis horas y media. Debuti.
Para más comodidades, resulta que en donde nos apeamos nos esperaba la cabina telefónica que necesitábamos para llamar a Alix, que sería nuestro siguiente anfitrión de couch-surfing en esta ciudad. Este descolgó el teléfono y con un gracioso español con acento afrancesado nos indicó los pasos a seguir hasta su guarida. Tomamos el urbano número 6. Él vendría a recogernos con su niña, Sasha, a la parada de Mormonais. Nos abrió la puerta de su casa, que de hecho, nunca está cerrada, y nos mostró el que sería nuestro nido para las siguientes dos noches. También nos calentó una sopita bien rica y muy picante que había preparado Stephanie por la mañana; una parisina mestiza con la que comparte su casa. Además, nos sirvió unas copitas de vino para brindar por nuestro encuentro. Según este generoso anfitrión, le gusta dar a la gente por que así, después, la gente sigue la caída del dominó, y da a otros otro poquito de bienestar.
Me viene a la cabeza la letra de una canción de Jorge Drexler:

"CADA UNO DA LO QUE RECIBE
LUEGO RECIBE LO QUE DA
NADA ES MÁS SIMPLE
NO HAY OTRA NORMA
NADA SE PIERDE
TODO SE TRANSFORMA"

Ese peaso cartelaso.

¿Quién se lo pasa mejor?

¡Arrrrg!

Costas, bonitas costas salvajes...

Visitando el ayuntamiento y descubriendo la historia de la ciudad 
a través de las palabras que nos dicta Alix.

Paseo por el puerto.

Atardece naranjamente sobre los tejados...






2011/10/30

2011-10-30


El estrés del duro trabajo nos hace perder los estribos.
La verdad es que nos lo pasamos bien incluso podando... 
lo poco que nos exigen lo hacemos con mucho gusto y diversión.


El martes, que la jornada se nos alargó sin queriendo, se nos ocurrió
hacer un poco de yoga para estirar. Estuvimos casi todo el día agachaditas
sacando raíces y malas hierbas, y Gorka acabando
 la pérgola con Stephen; asín que los huesos agradecieron
un poquito de cariño y atención. Stephen, se partía de la risa porque 
algún vecino pasó con su coche y nos miró raro-raro... 
Pero no veas Anne lo bien que se ejercitó.


De charla para relajar la jornada... a veces ejercitar la mandíbula 
después del día de labor, también sirve para destensar tensiones.


Así quedó la pérgola y mi celosía de bambú, por donde en primavera 
caerán las flores de las glicinias que ya trepan pared arriba...
 pas mal! 
Al finalizar este trabajo bien hecho, Stephen sugirió un 
abrazo a ocho brazos, y así fue.
Maravilla de gente.


Nuestros anfitriones partiéndose de nuevo, porque Gorka
no para de hacer risas ni debajo del agua.
De viaje hacia Auray... no dejan de mostrarnos lo bonita que es Bretaña.


El puerto de Saint Goustan en Auray. 



Además de traernos de viaje nos invitaron a una crepería...
El sitio: pequeñito y acogedor
Los crepes: im   presionantes, en dos palabras.


También no sacaron de farra.
El viernes bajamos a Guemene a ver un concierto en un bar.
El señor de la izquierda toca un instrumento inventado 
por él mismo. Se trata de un cubo de basura al revés, un palo insertado
y una cuerda de alambre desde el cubo hasta lo alto del palo.
Es sonido es similar al de un violonchelo. 
Esta original pareja de músicos supieron ponernos a bailar
a todos los espectadores.

2011/10/23

2011-10-23 De sobremesa


En casa de los Foxall la cena es la comida más importante del día. Aquí se cena a eso de las siete y media-ocho. Poquito a poco nos vamos conociendo mejor y nuestras charlas son cada vez más largas e íntimas. Anoche, después de un buen plato de arroz con cebolla, queso y brócoli al vino, copita de vino y nueces de postre, la cháchara se alargó más que cualquier otro día. La verdad es que a los cuatro nos gusta conversar tranquilamente, pero ayer, creo que llegamos a abrir nuestros cuatro corazones y fueron ellos los que hablaban por nuestras bocas. 
Salió un tema bastante peliagudo en nuestra sociedad, un tema que cada vez es más frecuente en nuestras charlas: la religión. La posición de los cuatro componentes de la velada era bastante parecida. Ninguno se clasifica dentro de ninguna religión con nombre, sea cristiandad, islam, budismo, hinduismo... mas no desechamos las enseñanzas de ninguna de ellas. Al fin y a la postre, si miramos con detenimiento nos damos cuenta de que todos hablan de cosas similares: la esencia, el corazón de toda religión es el mismo. Lo que ocurre que cada casa (iglesia, mezquita, sinagoga...) ha malinterpretado las palabras de su libro sagrado a su antojo y semejanza.
¿Y qué ha pasado? Que la sociedad, harta de escuchar hablar de Amor y de obtener solo Castigo de Dios, ha pasado de creer ciegamente a no creer ciegamente. Antes había un montón de Bellos Durmientes creyentes, y ahora hay otro tanto de Bellos Durmientes no creyentes, que para más INRI, se describen como libre pensadores por despotricar de Dios. Pero tanto creyentes como no creyentes, son creyentes. Si se cree o se deja de creer, son solo creencias. Es decir, si yo no creo en los agujeros negros, sigo CREYENDO que esas cosas no existen, independientemente de si son reales o no.
 Es lo que ocurre con nosotros. Intentamos algo de una manera... vemos que no funciona y nos desentendemos de ella para intentarlo con el extremo opuesto. Obviamente, tampoco funcionará. Queremos buscar lo perfecto, lo blanco, y así poder quedarnos bien lejos de lo negro... Y no dejamos de fracasar porque no nos damos cuenta que nunca se llega al blanco completo ni al negro perfecto.
Sin lugar a dudas, la cosa más importante que hemos aprendido en este viaje (a nivel interior) es a no creer por creer. A no creer porque tal o pascual dice esto o lo otro. Sino a experimentar por nosotros mismos. A crear nuestras propias verdades, que son, finalmente, las únicas verdaderas: las verdades de cada uno. Y difícil será que mi verdad sea la misma que la tuya... supongo que ahí está el kit de la cuestión. La comprensión de lo vasta e infinita que puede ser la Verdad. 
Hay que abrir los ojos. En esta vida hay muchas más cosas de las que la mente es capaz de procesar. Hay que utilizar más el corazón. Hay que bailar más, hay que cantar más... ¡estamos vivos! Y tenemos el privilegio de contar con estos maravillosos cuerpos para hacer con ellos lo que nos dé la rarísima gana. Si hemos venido a la Tierra es para Vivir, y no para lamentarnos o aburrirnos o quejarnos o preocuparnos o hacernos las víctimas... si empezamos a hacer eso, podríamos seguir así durante el resto de nuestros días... pues seguro que a todos nos sobran los motivos.
Hay que pensar más en la paz y de cómo obtenerla a nivel de persona. Y más que pensar en ella hay que estar en ella. No a nivel mundial, porque esa solución no existe. Solo existe la paz interior, la paz de cada uno. Mi paz no puede ser la misma que tu paz. Pues es imposible que llueva a gusto de todos. Por lo tanto cada cual tiene que recorrer su camino. Y es sencillo una vez que se empieza a escuchar al corazón. 
Yo, desde mi propia experiencia, os animo para que lo intentéis. Abriréis los ojos a un mundo totalmente nuevo y lleno de posibilidades. ¡VIVA LA VIDA! y a vivir que son dos días y la mitad la pasamos durmiendo y ¡¡¡otro cuarto en el bater o comiendo!!!

MUCHA PAZ Y MUCHO AMOR


Gorka con las botas de pescador: más feliz que Pichichi.


Experimentando con el bambú. Mis primeros pasitos como carpintera.


Anne y Stephen nos invitaron a su curso de bailes bretones. 
Nos lo pasamos pipa. 


Cogimos las bicis hasta la capilla de Saint-Ives, 
que como bien nos habían dicho, es preciosa.


Gorka y sus tractores viejos. 
Excusa perfecta para charlar un poco con los lugareños.


La capilla por dentro. Muy simple y muy bonita.


El único fruto del amor, chacachacachá,
es la banana, es la banana...