2011/01/29

2011/01/25

Al día siguiente entablé una extraña y especial relación con Chitra Kumari Shatabat, la abuela de la familia. Normalmente no se suele mezclar mucho con los turistas, en parte por no saber hablar inglés. Estaba leyendo en el jardín y me di cuenta que ella estaba de pie a unos tres metros, de alguna manera fascinada por mi corte de pelo.

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Inciso: aún no he mencionado el asombro que causa mi rapada en esta gente. Si de normal los guiris acaparan las miradas de los lugareños, una mujer sin pelo les deja pasmados o muertos de risa. Gorka, cansado, me pide que me cubra el pelo para que no vean lo que escondo, pero a mí me hace mucha gracia. ¡Que les aproveche mirar lo que miran y pensar lo que piensan! Que básicamente ya sé lo que es porque Manav Cheema, el joven que trabajaba en el hotel de Chandigarh, me dijo con suma sinceridad y sin ningún ánimo de ofender que la belleza de las mujeres residía en su cabello... a lo que le pregunté con picardía si acaso me estaba diciendo que yo no era bonita y se partió la caja... Dejémoslo así para que se entienda.
No obstante yo diría que más que inlcuso a los hombres, les sorprende a las mujeres y a las adolescentes. No pueden pasar por mi lado sin murmurarse algo al oído y sin mirarme con su intento de disimulo. En fin, no disimulan nada porque de todas-todas nos damos cuenta.
Y hablando de barcos, mi amigo Sandi Solo me bautizó como "Modi", que en hindi significa "calva"... la risa me persigue allá a donde vaya.
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Total, que estaba yo en el jardín y Chitra me estaba observando. Empecé a hablar con ella chapurreando el poco hindi que sé y le cayó genial que lo hiciera. Entre su poquito inglés y lo que aportaba yo con el hindi, me enteré de la mitad de las cosas que me contaba; pero el simple hecho de mirarla a los ojos y ver aquella chispa de alegría y entusiasmo hacía que me sintiera la mar de agusto y feliz. Me habló de su pueblo, del significado de su ropa y sus alhajas y se mostó interesada sobre mí. En una de estas, me agarró las manos y comenzó a leertas: primero para sí y, después, para mí. Otra vez se me agarró el corazón de lo profundo y sincero de su comportamiento. No me voy a meter  a analizar si creo o no en lo que me contó, pero no puedo estar más agradecida al respecto. Desde aquel momento de intimidad que compartimos cada vez que se cruzaban nuestras miradas intercambiaban una bonita complicidad.
Por la tarde llegó la hermana de Aishwarie (supongo que me reconoció por el corte de pelo) y se sentó a mi lado para decirme que el día anterior su hermana le había hablado sobre mí y que me querían hacer un mandi, que son los tatuajes de henna que se hacen la mujeres en las manos. Yo no salía de mi sorpresa. La India me está regalando mucho. Contentísima les dije que claro que sí y al anochecer vinieron las dos para decorarme una mano cada una. No aceptaron pago alguno. Y eso que a Gorka se le pusieron los dientes largos y se pidió hacer lo mismo. Las hermanas cumplieron con su deseo sin mostrar ningún inconveniente; menos la risa que les producía que un chico se quisiera hacer mandis en las manos.
Esa misma noche la familia Singh nos invitó a los tres huespedes (Liam y los Laztanas) a cenar con ellos. Nos dijeron que aquella noche no hiciéramos planes que había cena familiar, y asentimos con mucho placer. Una vez más nos trataban como a amigos de toda la vida o como a parientes lejanos a los que se tiene muchas ganas de ver. El señor Mohiraj nos sacó para beber unas Kingfisher de medio litro, que son las birras de por aquí, y cuando nos acostamos me sentí chispilla... ¡se notan los dos mess sin alcohol! También nos ofrecieron ron indio pero no quisimos abusar de su hospitalidad.

En moto con los locos Sandi Solo y Bilal.

Gorka  disfrutando de lo lindo.

En el mercado de las especias.

Feliz con mis mandis.

En la cocina con Hansha, Aishwarie y Mohiraj.

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