2011/04/18

2011/04/17 Kushi, Banaras, Varanasi

Nos encanta esta ciudad. Con el miedo y el respeto que habíamos creado en torno a la idea  de Varanasi, no dejamos de sorprendenos de lo mucho que nos gusta y de lo equivocados que estábamos. No es una ciudad limpia, pero para nada nos parece que sea más sucia que el resto de la India; hay mucha gente, pero tampoco es para tanto; nos imaginábamos un Ganges que atravesaba una ciudad por la mitad, y resulta que solo está habitada la orilla sur, quedando un espacio amplio al otro lado que quita cualquier sensación claustrofóbica... 
La ciudad antigua queda, entonces, en la margen sur de la sagrada Madre Ganga y forma con sus estrechas callejuelas un laberinto de bazares y templos. En la parte que da al río se extienden numerosos ghats donde transcurren los acontecimientos más importantes y sagrados. Se puede pasear  de punta a punta, recorriendo unos 2-3 kilómetros de continuos contrastes: gente jugando al criquet, lavando la ropa y coloreando así las largas escalinatas con sus coladas al sol, gente haciendo sus necesidades, vendiendo de todo, limpiando búfalos, preparando chai, rezando, cremando sus muertos, pescando, sadhus fumando marihuana, fieles con sus rituales... Se han escrito muchos libros sobre este sitio, pero la verdad es que hay que vivirlo, porque cada vez sorprende alguna nueva situación. La naturalidad con la que conviven vida y muerte es tan indiferente que no deja de sacudir a los occidentales que llegamos cosidos de tabús y represiones.
Desde luego, lo que más nos choca son las enormes pilas de leña que esperan  a ser compradas para las cremaciones, los muertos envueltos en paños brillantes y de colores esperando también a la hora de reducirse a ceniza y las mismas piras funerarias. Impone respeto, pero por otro lado, es medicina para ese misterio que rodea a la muerte. No es algo tan excepcional como nos gusta creer, la muerte es simplemente otro acontecimiento diario.
Según nos han contado, en el ghat principal, el Manikarnika, se suceden cada día aproximadamente 200 cremaciones, es decir, que a todas horas hay, como mínimo, una o dos piras encendidas. Al parecer solo  cinco tipos de muertes son las que se libran de la purificación del fuego: los muertos en accidente, las mujeres embarazadas, los niños, los muertos por picaduras de cobra y no me acuerdo de los últimos. Los cuerpos de estos son lanzados al río sagrado con piedras atadas a sus pies...
Este lugar nos tiene fascinados.






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