2011/05/23

2011/05/23 De hospitales tailandeses...

Vaya, vaya, vaya... como dice mi ama, parece que no puedo visitar una tierra sin pisar sus hospitales. Esta vez me pasó algo que les sonará muy familiar a Oihana y a Enara. Resulta que viniendo de Bangkok a Chiang Mai, en tren, me pico un bendito tábano. Y la anestesia que usan estos duros insectos es demasiado potente para mi metabolismo. La reacción alérgica empezó a extenderse sin prisa pero sin pausa, hasta que al anochecer no podía ni caminar. Después de cenar le pedimos al conductor del tuc-tuc que nos llevara a un hospital. 
En el primer hospital no me atendieron pues cuando vieron la hinchazón se asustaron y me dijeron que allí no tenían especialistas de la piel. Nos mandaron a otro hospital. En este segundo había mucha gente; de hecho, había más gente trabajando (o de prácticas, pues todos eran muy jóvenes) que enfermos. Enseguida me tomaron el pulso, la tensión y la fiebre, y visto que todo estaba en orden, me dejaron tumbadita en la camilla. No vino ningún doctor a examinar la avería, y aquellos jóvenes que miraban la escabechina no sabían decirme gran cosa. Menos mal que estaba Gorka al lado, quien sabe más que los médicos. Les repetía a los becarios que lo que me hacía falta era un chute de antihistamínicos; pero ellos ni caso, y mi chico, indignado; yo riéndome por lo bajini... ¡jeje! Total, que a fin de cuentas, me dieron un montón de pastillas y una cita para dentro de dos días.
Sin embargo, hoy por la mañana la extensión de la hinchazón era más grande, por lo que decidí llamar al seguro, que para algo lo pagué, y que me mandaran a una clínica privada. Pues, en unas dos horas y media ya estaba de camino al Chiang Mai Ram Hospital. Nada más entrar al hall principal hemos notado la diferencia. Aparte de que haya tenido que rellenar ochenta formularios, me han atendido como a una reina; y relativamente rápido. El médico no ha necesitado ni cinco minutos para concluir que aquello era una reacción alérgica y que lo que necesitaba era una inyección de antihistamínicos (ves, ya lo decía mi jefe), junto con otras dos sustancias: esteroides y algo más... no sé qué.
Desde entonces, ya no cojeo, y el dolor y la intensidad del color van disminuyendo poquito a poco. 
Por otro lado, comentar que, aparte de los hospitales, Chiang Mai es una ciudad muy bonita y "tranquila". "Tranquila" hasta que llegas a las calles de baretos y prostíbulos, donde las mujeres chillan a los guiris que se pasean solos, delicias que poco tienen que ver con el amor o la pasión. 
¡Ah! ¡Y también tuvimos una sorpresa grata! bueno, mejor dicho la tuvo Gorka, pues paseándonos por la Sunday Market, se encontró con dos caras que se le hacían conocidas: eran Ruth y Eliseo, compañeros bomberos a los que no veía hacía tres-cuatro años. El mundo... que es un pañuelo.


De espera en la estación de ferrocarril de Hua Lamphong, Bangkok.


Dándole clases de pulseras a una rusa muy maja en el trayecto.


La avería.


De nuevo, con nuestro Borjita.

1 comentario:

  1. Como me alegro Eider que todo siga bien !!!

    Sabes que te queremos mucho.

    Un beso guapa !!

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