2011/02/21

2011/0219 ¡A por el tigre!

Hoy hemos cogido un guía, Hukum, nuestro amigo, y junto con otra pareja joven nos hemos adentrado en el Parque con esperanzas de avistar algún bicho grande. A las seis y media hemos partido jungla adentro. Los ciervos han sido los primeros en dejarse ver. Había un montón de ellos, pero era neceario tener buena vista o los binoculares de Hukum entre manos, ya que no se dejaban acercar tanto como nos hubiera gustado. Tras la zona boscosa hemos pasado a una llanura de tipo sabana africana, y cada vez nos encontrábamos más excrementos de elefante y rinoceronte, con chorongos del tamaño de mi cabeza.
El safari continuaba. Hemos cruzado varias ramas del río Karnali con habilidad y con cuidado de pisar solo en las piedras que no se movían. Aún era pronto y se notaba que estábamos todos frescos y energéticos.
A media mañana hemos parado en una torre para avistar cualquier tipo de ser que se acercara a beber agua a aquel río. Ciervos, monos y un montón de pájaros y patos de miles de tamaños y colores diferentes y de miles de nombres que mi ignorancia desconoce.
Después, hemos empezado a seguir el cauce de uno de los ríos y hemos podido observar al primer animal que asusta: ¡un cocodrillo! ¡un cocodrilo muy grande! Todos detrás de Hukum caminábamos hacia el imponente reptil, pero hemos sacado más ruido de la cuenta y, con lentitud pero sin parar, se ha sumergido en su poza. Hemos esperado durante un buen rato por si volvía a asomarse, pero el animal debía de tener unos pulmones como dos catedrales... Total, que hemos seguido cauce adelante hasta la hora de comer y Hukum nos ha llevado a un lugar clave. Al parecer desde aquel sitio ha llegado a ver a los tigres que bajaban a refrescarse al río.
Quizá fuese porque el viento alertaba al animal de nuestar presencia o quizá porque es más listo que el hambre, pero durante las horas de silenciosa espera y espectación el tigre solo nos ha dejado oir tres de sus roncos rugidos. Por aquí se dice que para cuando tú ves al tigre, él te ha visto cien veces.
Por la tarde hemos recogido el campamento y, de nuevo, nos hemos puesto en marcha. Caminábamos por los espesos y tupidos senderos, cuando de repente, Hukum se ha parado en seco y nos ha señalado a todos que mantuviéramos el silencio. Nos ha mostrado una huella reciente de tigre y se ha puesto a mirar por todas partes en busca de alguna otra señal. Justo entonces hemos vuelto a escuchar su rugido. Esta vez su voz se escuchaba más nítida y más cercana, y Hukum ha hecho que le siguiéramos sacando el menor ruido posible. El mero hecho de sentir al animal tan cerca hacía que la aventura fuera realmente excitante y palpitante. Hemos llegado a la abertura de otro río y hemos mirado hacia un lado y hacia el otro en busca de nuestro objetivo. Hemos cruzado el río y Hukum ya se había percatado de la presencia de otro cocodrilo a lo lejos. Nos acercábamos a él, esta vez con mucho éxito, cuando se han empezado a oir muchos ruidos asalvajados en esa orilla del río. Hukum se ha agachado instintivamente y todos hemos hecho lo propio, menos Gorka, que se paseaba a su bola más alejado con la curiosidad de un niño fisgoneando por aquí y por allá. Hukum ha llamado su atención sacando el menor ruido posible, y ha empezado a correr hacia donde se encontraba el cocodrilo, con la intención de cruzar el río por allí. El tigre estaba asustando a los animales de aquella orilla, por eso el ruido alborotado y alocado que venía desde dentro de la espesura. Así que debíamos escondernos en la orilla contraria para ver si así nuestro perseguido salía al río. Entre la emoción del momento, el tigre por detrás, Hukum corriendo, el cocodrilo a la derecha, que se había asustado con nuestra estampida y se movía hacia el agua... ya no había piedra que se moviese o no se moviese bajo mis pies. Directamente pisé donde me venía bien y el río se introducía en mis zapatillas como fresca lluvia de mañana... ¡después de haber aguantado el equilibrio durante toooodo el día y toooodos los ríos cruzados con éxito! ¡con lo pato que soy yo!
Bueno, total, ya en la otra orilla nos hemos agazapado y hemos mantenido la alerta para poder divisar a todo lo que pudiera moverse en la zona del río. Hasta que ya el alboroto se ha calmado y Hukum ha concluído que el tigre debía haberse marchado en la otra dirección. Y ya, poquito a poco nos hemos ido para casita despidiéndonos de los ciervos que salían a nuestro camino. Hemos llegado a nuestro campamento 12 horas después de haberlo dejado y el cansancio se dejaba notar en todas las partes del cuerpo.








No hay comentarios:

Publicar un comentario