2011/02/02

2011/02/01 El Punto Sur de Nuestro Viaje

Tras pasar dos días de descanso en Johdpur, la ciudad azul, el día 30 a las 22.30 deberíamos de haber estado subiéndonos al bus. Pero este venía con retraso, con mucho retraso. Y no hay mal que por bien no venga: estando de cháchara, vi que se acercaban Vipin y su madre (unos cielos de personas) en moto. Me vieron y me mostraron el motivo de su llegada: ¡me había dejado mi diario en su casa! Ellos ya sabían lo importante que es para mí, y no dudaron en correr hasta la estación para devolvérmelo. No sé cuántas veces los abracé para darles las gracias. La Mama me decía que yo era su hija y que por eso se preocupaba por mí... detalles que resumen cómo ha sido nuestra estancia en casa de los Jain.
El viaje... fatal. El peor viaje de mi vida sin lugar a dudas. Al de veinte minutos el bus empezó a marchar demasiado despacio. Averiguamos el por qué unos diez minutos después cuando paró y, de buenas a primeras, sacaron una de las ruedas y se la llevaron. En el mismo lugar había un grupito de señores alrededor de un fuegito y, en seguida, Mikel, Borja, Gorka y yo nos unimos a ellos. Nos enteramos de que habíamos pinchado y estaban arreglando el destrozo. Unos cuarenta minutos más tarde les alumbrábamos con los frontales para que colocaran la rueda en su sitio. No faltaban las risas. Lo que faltaba era una tuerca para apretar la rueda, pero eso daba igual.
Volvimos a ponernos en marcha y en menos de una hora cogimos un bache con pedacitos de carretera. ¡Qué horror! Las ventanas se abrían constántemente, la cabeza se empotraba en la pared por mucho que bajaras el culo para coger distancia (era un bus litera e íbamos tumbados) y mi estómago se ponía peor y peor. Pasaban las horas y no salíamos de aquel bache. Y no parábamos. Cuando las ganas de mear apretaron al máximo, con total decisión, cogí el taper, lo vacié, meé dentro como pude (no fue nada fácil) y lo volví a vaciar por la ventana. Tuve que repetir la operación una vez más, media hora más tarde. Tenía una mala gana de aupa el Erandio; no sabía si quería vomitar o si quería cagarme viva. Y no salíamos de aquel bache mortal.
Por fin llegaron las siete y media, y salí del bus pitando. Dejé todo por los suelos y recorrí el sprint de mi vida. Pregunté en cuatro hoteluchos que me encontré por el camino, se me pasó por la cabeza bajarme a un parquecillo habitado por jabalís (idea que deshice al momento) y, finalmente, entré a un restaurante, en el que gracias a mi cara de pena y descomposición, me dejaron usar su toilet. ¡Qué alegría, señores! ¡Qué tranquilidad! No os voy a describir la experiencia, pero aunque suene a asqueroso ¡a mí me supo a gloria!
Después me uní a los demás que se sorprendían de verme llegar desde la lejanía, y fuimos los siete juntos a buscar un guest house. La suerte de viajar en un grupo tan poblado es que todos quieren tenerlo en su casa. Más bocas, más rupees.
Total, que tras arduas negociaciones terminamos en el Nukkad Guest House, en el meollo de Udaipur. En el punto más al sur de nuestro viaje por la India. ¡Cuánto nos queda por ver! ¡Y cuánto por aprender!
¡VIVA LA VIDA!

Foto de familia. Despedida con la Familia Jain.

 El país de los colores.

Udaipur, la Venecia de la India.

Lean el cartel.

La hora del baño sagrado.




1 comentario:

  1. ...te muevas por donde te muevas dentro de éste, nuestro planeta, siempre mira al SUR.....Eidertxu....VENTE AL SUR !!!!

    Te idolatro !!!

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