2010/12/12

2010/12/12 Momentos I

Ayer, al ser sábado, y por tanto último día de clase de la semana, quedamos con una gente para ir a cenar a un sitio encantador: Piramide Cafe. Nos sentamos en el suelo de una pequeña jaima que se mantenía calentita mediante unas brasas vivas situadas en el centro de la misma.
Tras llenar el buche nos movimos a otro lugar para tomarnos un chai de buenas noches. Tan tranquilamente hablando estábamos, cuando entraron en la solitaria cabaña unos lugareños un tanto extraños. Primero se nos acercó un señór al que apenas se le veía la cara entre tanto gorro, pañuelo y chaqueta, y su inglés se escondía tras los japillos que le salían de la boca al hablar. Detrás de este individuo, un chico más joven y más loco (si cabe) empezó a presentarse y a dedicarnos a cada uno un "te quiero"  con los ojos cerrados y las palmas apuntando al cielo. En un momento de confusión y algarabía, el primer señor raro se sentó a mi lado y el otro detrás de él, de manera que el chaposo podía lloviznarme con su retahíla, y el que vivía en las nubes añadía con sus gestos y su filosofía un contextro extrafalario a la surrealista situación.
Momento de máxima absurdez: el primer señor me contaba que albergaba mucho no, muchísimo amor en su corazón y en su alma, pero que no encontraba a nadie que lo quisiera de la misma manera. En el momento cumbre de su expresión, va y me tira un eructo a la cara, sin pestañear ni dudar, y sigue con su oda al amor. Mientras tanto, el joven más alto, sin abrir los ojos y con la cara expresando una paz sin igual, me deleitaba con sus toque de fondo, como: "el amor está más allá de toda descripción y límite", "amo a todo el mundo", "el amor es lo único verdadero"... Todo ello acompañado con un suave balanceo de palmas como si viniera directamente volando desde el cielo.
A todo esto yo no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo y no era capaz de reaccionar de ninguna manera. Seguía mirando y escuchando boquiabierta y absorta sin saber muy bien ni dónde me encontraba.
En seguida decidimos marcharnos a dormir porque la semana había sido suficientemente larga y dura, como para seguir siendo consciente de todo lo que nos estaba rodeando. No podíamos salir de nuestro asombro, cuando nada más salir a la calle principal, nos encontramos con unos nuevos habitantes de Rishikesh: tres cerdas-jabalís cada una con su camada de unos cinco cerditos por detrás. Impresionante.
India tiene siempre algo escondido, para sorprenderte cuando menos te lo esperas. India is different...

2 comentarios:

  1. Graciaaaaaaaaaaaas Eider por contar vuestros avatares, estoy más que fascinada e impresionada por tus narraciones ilustradas que me animan y me sacian la avidez que siento por todo aquello que sin conocerlo me atrae. He encontrado el mejor regalo en tu blog. love you. (Eva)

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  2. jejeje, como dice nuestro amigo Pedrito.....siempre se nos acercan los frikis, jajaja
    más o menos igual sucede en el onda a eso de las 6 de la mañana......lo del eructo igual es una técnica a tener en cuenta por esos lares....vamos, k te abre su corazón y más !!!
    como cocinan por ahí el cochinillo???
    TE IDOLATRO EIDERTXU !!

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