2011/07/02

2011/07/02


Salimos de Laos como San Fernando, un poquito a pie y otro caminando. Habíamos leído en alguna parte que había cinco kilometrillos, así que confiamos en que podríamos llegar sin problemas. Resultaron ser alrededor de veinte kilómetros que recorrimos en diversos medios. Primero encontramos a una mujer que tiraba de una carretilla en el que iba su hijo. Le ofrecimos tirar de ella a cambio de que pudiéramos aparcar nuestros mochilones dentro y la mujer aceptó con una sonrisa. Haríamos así unos seis kilómetros, donde se separaron nuestros caminos. El resto los hicimos en dos remolques y a patita.
Phnon Phen fue nuestro primer destino en Cambodya. En donde nuestro Borjita pudo ir al hospital para descubrir que tenía amebas. El pobre pasó los últimos tres días de Don Det echándolo todo por delante y por detrás, y sin ganas de meterse nada por la boquita. Pero no hay nada como una buena colección de antibióticos y pastillacas para combatir a esos bichejos enfermizos.
La capital camboyana nos sorprendió por muchas cosas: lo grande y diverso que es, pues lo mismo hay barrios estilo India, barrios chinos, zonas de la época de la colonia francesa y otra zona, por supuesto, turista y chic; y sobre todo, la gente. Ya desde el primer momento en el que los tuctuqueros nos atacaron notamos la simpatía que los caracteriza. Un país que no hace mucho ha sufrido un terrible genocidio de las manos de sus dirigentes y un pueblo al que la alegría le sale por los poros. Nos recuerda algo a la personalidad india. 
Por hacer algo diferente, fuimos a una asociación llamada "Seeing Hands", que enseña a dar masajes a los ciegos para que estos se dediquen a ello. Nos dieron un masaje de cuerpo entero de una horita y, como nuevos, seguimos pateando la ciudad, buscando el vegetariano que nos habían recomendado.
Salimos de Phnon Phen a dedo, ¡sí! ¡por fin! Ya habíamos empezado a pensar que teníamos por ahí algún karma atrapado... ¡jeje! Y además tuvimos la suerte de que nos trajesen hasta Siem Rip de un tirón. Increíble pero cierto. 
En Siem Rip está el famoso complejo monástico de Ankhor Wat, que visitamos ayer mismo. Nos alquilamos unas bicicletas y, casualmente, venían los reyes a la ciudad, por lo que salimos de la ciudad por una avenida con un público de niños y mayores con banderitas a cada lado que nos saludaba con risas y nos hizo sentir un poco ganadores del Tour. ¡Qué gracia!... Lo que no nos hizo tanta gracia fue nuestro paso por taquilla. Vaya sablazo. 20 dolarazos un día de visita... ¡por lo menos los tíqueres estaban personalizados con una foto de cada uno! ¡jeje! 
Dimos una vuelta buena y vimos solo una parte de todo el complejo. ¡Qué grande! Y qué bonito. Qué árboles y qué raíces tan poderosas engulléndose los templos de piedra. Un sitio como para vivir un cuento de hadas. 
Total, entre ir hasta allí, movernos de un templo a otro, volver a la urbe, perdernos casi una hora en busca de nuestro guest house y toda la pesca, pedaleamos sus 30 kilómetros. Y una, que no está acostumbrada, llevaba las manos dormidas y acalambradas, y el culo doloridísimo. Bueno, eso los tres lo llevábamos fino. ¡jajaja!
Y por la noche hicimos algo que hacía muuuucho no hacíamos. ¡Salimos de marcha! Para darle un fin a nuestro viaje juntitos, pues la veleta de Borjita ha atrapado vientos de que van para el este y se nos va para Vietnam. ¡Vaya pedo agarramos! ¡jeje! Nos lo pasamos genial: mojitos, kubatas, bailoteos, unos billares, muchos futbolines y el doble de risas. 



De tirados en Don Det.


Los niños de casa cazaban las ratas en el río con un tirachinas. Los traen ya peladitos para ir a la cazuela del tirón.


Nuestra casita a orillas del Mekong.


Tirando de la carreta hacia Cambodya.



Monjes pidiendo su comida por la capital camboyana.


¡Nos encontramos dos frikis kon el mismo corte! Cualquier excusa es buena para hacer amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario