2012/07/28

2012-07-22

Todavía me sigo preguntando que qué será del día de mañana. No pasa una semana sin que haya hablado con Gorka del asunto. Pero no resulta sencillo decidirse ni echar el freno. No es ni por falta de ganas ni por falta de opciones, sino todo lo contrario. Lleguemos donde lleguemos descubrimos que aquí, allí o de esta otra manera podríamos acoplarnos... cada nueva puerta que se nos abre a orillas de este camino que estamos recorriendo se nos presenta apetecible y factible; y, de hecho, cada vez que planeamos escoger este o aquel tipo de vida soñamos con todo lo que podríamos dar de nosotros mismos, sonreímos y disfrutamos de los momentos que solamente ocurren en nuestra imaginación. El simple hecho de sabernos capaces de alcanzar cualquier meta nos da inmensos ánimos para seguir haciendo camino. Pues, aunque a simple vista parezca una contradicción en el fondo parece que tenga mucho sentido. Al fin y al cabo, estamos perdiendo el miedo  a rodar y rodar, porque vemos que en cualquier rincón hay, al menos, una oportunidad que aprovechar. La vida es más y más bella a medida que más la camino y menos me la cuestiono. Entendiendo que ser feliz se es únicamente en el presente, en este eterno ahora.
Y, hablando del ahora, son alrededor de las dos de la madrugada y no puedo  conciliar el sueño. De hecho, estamos en Alcalá la Real, donde este fin de semana pasado se ha celebrado el festival de Etnosur, en dooonde nos hemos estrenado como artesanos que venden su artesanía. ¿Que qué tal nos ha ido? pues, genial. 
El primer día, viernes, estuvimos sentados cuatro-cinco horas aproximadamente en el parque de los Álamos sin que apenas cuatro gatos se aproximaran a nuestro puestecito. Cosa que no es de extrañar teniendo en cuenta que la mayoría de los compañeros artesanos se traían sus maravillosos puestos con telas, luces y estructuras, mientras que nosotros extendemos una esterilla en el suelo en donde alegremente colocamos y exponemos nuestras labores con sumo cuidado y mucho orgullo. ¡Pero qué bonito es ver las cositas que una ha creado, ahí, bien colocaditas y a la vista del mundo. Aunque el mundo no tuviera demasiadas ganas de mirarlas...
Nos hizo mucha gracia aquel vecino trabajador del cuero que se acercó a mirar la competencia que le íbamos a suponer y casi se echó a reír cuando vio lo que traíamos... Los tres gatos restantes se avecinaron a ver a Hulk, que levanta pasiones allá a donde va. ¡Es que es tan bonito este perro!
Y nosotros que pensábamos que íbamos a sacar algo para gasofa... ¡qué gracia!
El segundo día, sábado, ya otro gallo nos cantó. ¡Vendí mi primera pulsera! ¡Hurra! Aunque fuese la primera y única venta del segundo día de vendedora. Y como dicta la costumbre, el primer sueldo había que gastárselo en una celebración, que constó de un cubalitro de gazpacho y una litronilla de cerveza. ¡Y más felices que Pitxitxi!
Hoy, domingo, ha sido el último día de festival, y a la tercera va la vencida. ¡Hemos vendido siete articulazos! Y aunque no hayamos sacado más que veinte eurillos, la mañana nos ha parecido de lo más fructífera y emocionante. De todos modos, lo más importante no es lo que nos llevamos en la cartera sino la de gente que hemos conocido con la guasa y lo pipa que nos lo hemos pasado.
A partir de mañana, de nuevo nos hemos quedado sin plan, sin destino y sin que nos importe demasiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario