2012/05/09

2012-05-06 Actualizando


Bueno, bueno, bueno… de Barcelona marchamos hasta Figueres, donde pasamos unos días en casa de Albert y Cristina (y la peque Martina, para comérsela), de ahí trotamos hacia la Garrotxa, zona bellísima que nos sorprendió de la mejor manera, y donde transcurrimos una semana en Mas Franch, otro proyecto comunitario muuuyyyy bonito. No dejamos la Garrotxa ni los alrededores de Olot de seguido porque nos encantó y nos encontramos un txoko para montar nuestro avance y pasar tres días de trankis y relajados. O esa era nuestra intención, pero siempre acababa surgiendo algo. Son las cosas del fluir.
De allí bajamos hacia Vic, concretamente hacia Sant Julia de la Torta, donde gracias a una amiga en común, tuvimos el placer de conocer el proyecto de Mas El Gili. Otro lugar precioso.  Solamente pasamos una noche con Gemma y Gabi, porque al día siguiente empezamos nuestra ruta de recule hacia Navarra. En el camino se nos ocurrió parar por Sabiñánigo, Huesca, porque sabíamos que por allí había otro mogolloncito de pueblos okupados.
Preguntamos en la oficina de turismo donde nos dieron un mapa de la zona y nos marcaron los pueblos que queríamos visitar. Pero ya era bastante tarde y llevábamos todo el día en la carretera, así que decidimos llegar hasta uno de ellos. Decidimos a boleo y tocó Sieso. Así, comenzamos a seguir la pista del mapa. Siguiendo una carreterilla secundaria pero asfaltada, en un punto debíamos girar hacía la izquierda, supuestamente, por otra carreterilla secundaria. Nos lo pasamos porque no vimos ningún cruce. Volvimos para atrás y encontramos una pista, en el comienzo de la cual había dos buzoncitos con sus nombres labrados en madera. En estos se leía: SIESO y ARTASO.
Buena pista. Debíamos tomar aquella pista. Despacito con nuestra furgo, que ahora es también nuestro hogar. La pista se bifurcaba en un punto y decidimos seguir la que no pasaba por una cantera. Otra vez a boleo. A decir verdad, últimamente un montón de cosas las tenemos que decidir a boleo, lo que poquito a poco va cultivando nuestra intuición, gran desconocida en la sociedad. Gracias a eso nos van pasando cosas maravillosas y situaciones inimaginables.
Sin embargo, esta vez la cosa no dio resultado. O, al menos, no el que esperábamos, porque nos adentramos bastante en la pista, y al ver que no llegábamos a ningún puerto acabamos por dar media vuelta y volver a una iglesia chiquitita que habíamos cruzado en algún punto y que tenía agua. Bien sumamente importante, básico y fundamental. La comida y el techo los llevábamos a cuestas…
Estamos acostumbrándonos a no obcecarnos ni apegarnos demasiado con lo que esperamos hacer o el sitio que queremos conocer, así se nos es mucho más fácil urdir un plan B alternativo y sacar partido de la nueva situación. No sé ya cuántas veces lo habré dicho (incluso para mí misma), pero el viejo proverbio cada vez es más verdadero ante mis ojos: NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA. Y además, otra cosa que aprendí es que el hecho de no conseguir lo que una quiere no significa que no haya funcionado.
Así, terminamos durmiendo junto a los que más profundamente duermen en esta tierra: nuestros colegas muertos de los cementerios. Truco para furgoneteros: si se busca tranquilidad siempre hay una inmensa paz en los alrededores de los cementerios.
Al día siguiente, amaneció soleado y ventoso, y aprovechando la fuente del lugar (que estaba rota y sin agua, pero encontramos el paso y pudimos accionar la llave), nos hicimos una colada interesante. Ya llevábamos una tiradita sin poder lavar la ropa más gordita porque no encontrábamos tiempo y fuente a la vez. Así que por fin, pudimos colgar una larga fila de ropa y dejar que bailaran al viento. ¡Mmmm… un montón de ropa limpia!
Después de comer, recogida de campamento y hacia Iruña, pues a las 18.26 llegaba a la estación de tren una gran amiga que no veía desde hacía cinco años. Isabelle, mujer maravillosa que conocí en Quebec. Para cuando nuestras miradas se encontraron en los andenes las dos llorábamos como magdalenas. Gran momento. Gran momento tras el cual nos volvimos a meter en nuestra casa rodante y nos apartamos hacia la zona de Irati. Queríamos enseñarle a nuestra viajera un lugar mágico, y qué mejor zona que aquella para empezar. Pasamos la noche en el puerto de Erro, escondidos entre las hayas. Ya queda probado que tres personas dormimos de lo más cómodas en nuestra fragoneta. ¡Ole por ella!
Al día siguiente, pasamos la mañana paseando por la selva. Comimos bajo el amparo que nos ofrecía el techadito de una mini-txabola de información, y viendo que el tiempo no nos iba a acompañar demasiado, optamos por salir hacia un destino repetido: Aritzkuren.


Cristina, Martina y Albert, paseando por los alrededores de Figueres.


Mas Franch, currando para acabar la bio-casa.


El caminito de adoquines y acacias que nos cascamos Gorka y yo.


Mas Franch.


¡Qué bien se está, cuando se está bien!


Mi maestro cesteiro Oscar y Clara, nos invitaron a comer a casa de unos amigos suyos que vivían nada más y nada menos en este hermoso lugar perdido de la Garrotxa. La suerte nos persigue allá donde quiera que vayamos...


Oscar, Clara, Caballo Blanco de Santiago y Gorka.


Paseando por caminos alejados. De fondo el volcán Cruscat. 



Dos maravillas de la naturaleza unidos para crear más maravillas.


Nuestra huesped, Isa, no se libra de hacer el fregado.


Las hayas de Irati.


Isa and me, me and Isa. Thanks, beautiful flower, for coming... ETORRI ASKO!


Great Isa, Expanding Isa.


Ante semejante lío de carteles, solo se nos ocurrió mear y seguir pa'lante.



No hay comentarios:

Publicar un comentario